EL DEDO EN LA LLAGA / ‘Boleteo’ político

CABEZOTE alvaro rodriguezComo están las cosas, empecemos por lo elemental: el daño institucional, la ruptura – fractura, digo – de la política.

Política no hay al no existir partidos. Jefaturas no existen hoy. Lo que hay – en muchos casos –son jefes prófugos que no pueden asomar las narices. Están vetados por sus andanzas con huella.

Hay lo que he llamado una mutación o sancocho electoral. No se extrañen – es la tesis – que existen electores  con 5 votos diferentes. De esa comidilla no se salvan ni los ediles.

Faltan más volteadas. El mapa no se ha acabado de escribir, por tanta barbaridad junta que salpica a los directorios. A los que en el pasado, llamaban partidos.

El bazar, el gar¡to juntos que la han   envilecido. De Quinchía, afirman que apareció el hombre de la maleta “comprando” – repartiendo –  5 millones por candidato al concejo que sume fuerzas.

Ojalá investiguen el hecho que golpea la costosa política que hace rato allí se “cocina”. Con ingredientes que son los mismos que están en Pereira, La Virginia y Dosquebradas. Mejor, en Risaralda.

La institucionalidad política está perdida, por más que quieran hacer ver lo contrario. Es una vergüenza.

Hay días de desespero electoral, de fuerzas que van y vienen. Hay un peligroso movimiento pendular de la política acompasado con encuestas  que esta semana volverán a despertar o apagar el ánimo electoral que se riega en las calles, municipios y veredas del Risaralda. Otra vez lo mismo: encubiertas por la duda y por quien las manda a hacer. Mejor, digo, por quien las paga.

Ni Israel es bandido, ni Juan Pablo es el inexperto que nos quieren vender. Mucho menos que la doctrina social de Tamayo la estigmaticen o  hagan ver esta   región como una sucursal de Venezuela. Mucho menos rajar del comportamiento moral por apoyos diversos que tiene el candidato Sigifredo. Como lo tienen otras carpas políticas. Mérmele.

A ello, un “pastoreo”  o adoctrinamiento  político desde ciertos micrófonos que faltan a la verdad  y se asoman al desprestigio. Con una amargura y un resentimiento fatales a la hora de vender una mentira repetida.

A muchos de ellos, el tiro les está saliendo por la culata -por un exagerado “vedetismo”  (¿será oportunismo?) periodístico- al querer jugar al que todos los políticos son rufianes.

Estamos llenos de ejemplos en los continuos disparos de lodo  para las emboscadas a la que nos tienen acostumbrados.

Todo esto hace parte de la crisis institucional banderiza. Insisto: faltan volteadas y repliegues de micrófonos y de videos con menos fanatismo periodístico, que sólo buscan torcer la voluntad del ciudadano en las urnas. Y, en muchos casos, quedar bien con jefes en estampida. Ojalá el MOE investigue y se pronuncie.

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