La felicidad cotidiana
Hace algunos años, mi familia adoptó una sencilla pero reveladora práctica: depositar en un jarrón pequeñas notas que describieran momentos que nos habían llenado de felicidad. Durante el 2018, escribimos esas notas, y el 28 de enero del 2019 nos sentamos a leerlas juntos. Fue un ejercicio de memoria, pero también de conciencia. Descubrí algo fundamental: a menudo vivimos momentos que, aunque breves, están cargados de significado, pero que olvidamos rápidamente en el vaivén del día a día.
Más allá de las notas en el jarrón, este ejercicio sacó a la luz algo que trasciende mi experiencia personal: nuestra tendencia como sociedad a centrar nuestra atención en lo que nos falta, en los conflictos o en las emociones que etiquetamos como «negativas». Lo extraordinario pasa desapercibido, y lo cotidiano, que esconde pequeñas dosis de felicidad, se convierte en un telón de fondo al que no prestamos atención.
¿Por qué somos así? Tal vez porque las emociones negativas tienen un propósito evolutivo: nos preparan para el peligro, activan nuestro instinto de supervivencia y demandan acción inmediata. Sin embargo, en nuestra vida moderna, estas emociones se han convertido en el foco principal, dejando a un lado nuestra capacidad de notar lo positivo, lo sutil y lo que nos da paz.
La felicidad no es un destino, sino una colección de momentos dispersos en el tiempo. Pretender un estado de alegría permanente es ignorar la complejidad de la vida. Las dificultades, los retos y las tensiones son inevitables, pero también lo son las pequeñas alegrías: un café caliente en la mañana, una sonrisa inesperada, el sonido de la lluvia o una conversación significativa con alguien que queremos.
En un mundo que nos empuja constantemente a desear más, a buscar validación externa y a perseguir metas inalcanzables, el reto de la felicidad es detenernos y cambiar nuestro foco. Es reconocer que la vida, con sus imperfecciones, nos da más de lo que solemos admitir. Nos da lo básico, lo simple y, paradójicamente, lo esencial.
A medida que nos acercamos al cierre de otro año, te invito a realizar un ejercicio similar al del jarrón, ya sea con tu familia, amigos o solo contigo mismo. Reflexiona sobre los momentos que te dieron tranquilidad, gratitud o alegría en el último año. No tienen que ser grandiosos ni perfectos; de hecho, muchas veces lo más valioso está en lo más pequeño.
Te reto a mirar con otros ojos lo que ya tienes, a identificar aquello que has dado por sentado y a reconocer que la felicidad no siempre se trata de alcanzar algo, sino de valorar lo que ya es. Quizás descubras que, en medio de los problemas y las incertidumbres, también hubo espacio para la risa, para la ternura y para la paz.
Al final, la esencia de ser feliz está en aprender a atesorar esos momentos. La felicidad no vive en los grandes logros ni en el futuro que anhelamos, sino en los pequeños detalles del presente que, si los dejamos pasar, terminan por desvanecerse en el olvido.
¿Aceptas el reto?
Add: HOY JUEVES lanzaremos el libro FORMACIÓN CIUDADANA con Guillermo Botero – Guillermo Gamba – Gustavo López – James Fonseca – Mauro Ramírez – Leonor Mary Marmolejo; es de Orlando Parra G. Quienes asistan lo “recibirán” gratis. 6 pm Comfamiliar-centro-biblioteca. Entrada Libre.
Add 2: En https://emocionyespirituorg.wordpress.com/ pronto subiré herramientas sobre Felicidad ¡suscríbete!