El zorro y el erizo, eficacia, derecho y cultura

CABEZOTE CRISTIANA propósito del escrito del politólogo Isaiah Berlin, uno de los pensadores liberales más prominentes del siglo XX sobre el “erizo y la zorra: un ensayo sobre el enfoque de la historia de Tolstoi”, complementado con un muy buen prólogo del escritor Mario Vargas Llosa acerca de un filósofo discreto, entra a discutirse una célebre frase del filósofo Anaximandro, la cual haciendo un breve símil con la hermosa naturaleza de los animales traduce “la zorra sabe muchas cosas, el erizo sabe una gran cosa”.

Frase que en el sentido más puro de filosofía del derecho no puede pasar desapercibido, en un mundo con una fuerte transversalización de las ideas, donde las fuentes del pensamiento hacen alusión a lo abstracto y no a la solución concreta de los problemas. Surgen equívocamente leyes universales que retroceden la evolución de las sociedades y por ende, el fin último del derecho un orden socialmente justo y la calidad de vida de los asociados, se convierten en axiomas etéreos.

Si la zorra sabe de muchas cosas, indefectiblemente estamos introduciendo a Engels, Aristóteles, Adorno, Tolstoi, Piketty, Shakespeare, Chonsky, inter alias, a muchos pensadores cuyos pensamientos abstractos ocuparon sus mentes en diversos ideales y galimatías conceptuales que a la postre hacen parte de la evolución del raciocinio del ser humano; empero, si el Erizo sabe una gran cosa, en este campo estarían jugando, Kant, Kelsen, Descartes, Habermas, Polanyi, Marx quienes se especializaron en un sistema de pensamiento, al igual que al erizo solo le es dado la defensa a través de su muy útil sistema de protección por medio de las púas, estos últimos revolucionaron materias como el derecho filosófico, derecho económico y la técnica racional, por medio de su procedimiento único, haciendo más eficaz el mundo de la filosofía sacándola un poco de las ciencias blandas.

El instrumento del derecho y más concretamente de la norma, para imponer, ordenar y en general para llegar a un orden justo, se ve troncado en su fase final sobre la eficacia de la misma. Verbigracia, la luz del semáforo en rojo en un acto inconsciente para cualquiera de nosotros es significado de parar el vehiculó. No obstante, esa señal para muchos significa pasar mirando a los lados porque voy de afán, pasarse porque a altas horas de la noche me atracan o simplemente porque llego tarde al trabajo y tengo amigos guardas que me ayudan con el parte, aunado a que el ciudadano que viene en el vehículo atrás o a un lado por osmosis hace lo mismo que aquel que comete la infracción. En Suecia cuando inconscientemente un coterráneo se pasa el semáforo en rojo, de inmediato los demás lo persiguen y le avisan del ilícito que acaba de cometer y el asintiendo su cabeza por la falta, presenta disculpas y de inmediato se dirige a pagar la correspondiente multa.

En nuestro país a partir de la Constitución del 91 hasta nuestros días, se han sancionado cerca de 1750 leyes, algunas con un grado importantísimo de avance al estado social y de bienestar de derecho y otro tanto no tan relevantes pero que hacen parte del ejercicio legislativo. Las preguntas que resultan son ¿cuán eficaces han resultado esas normas en su aplicación? ¿Será un problema de imposición o de cultura? ¿Las normas en su expedición son zorras o erizos? “Largo es el camino de la enseñanza por medio de teorías; breve y eficaz por medio de ejemplos” Seneca, Lucio.

Compartelo

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *