Judas, Pilatos e hipocresía política…
En la Biblia aparecen 6 Judas. Iscariote, cercano a Jesús de Nazaret, fue el soplón. Poncio Pilatos, se “lavó las manos”- No se sabe si fue –en la metáfora- la izquierda o la derecha con su actitud retorcida.
Mateo y Lucas son ricos en temas referidos a la hipocresía santa. Abundan en el “toque de trompeta” en las sinagogas y en las calles, esperando recompensa.
La paja, la viga en el ojo ajeno mostrando las “monedas del tributo”.
Ahora, el Presidente se rompe las vestiduras gritando, vociferando sobre la Ley de Garantías y clama por derribarla. Unos lo aplauden, otros lo desoyen. Por mucha mermelada que quiere regar sobre el “engrase de la maquinaria”, será traicionado.
El Congreso prefiere mirar para los lados, así se le caigan los dientes con el torrente de babas. No van a recoger el desprestigio mayor.
Saben que ayuda a elegir nuevos gobernantes, a empotrar corporaciones con aliados como en el pasado se hizo para elegir su sucesor. No es Ley de Garantías. Es una falsa imagen del mito poderoso del poder. Con eso, muchos gobernantes chantajean a diputados y concejales, a “socios”, aliados, a compinches. Acercan o retiran a incómodos personajes de la política. A la inversa.
Desde los Ministerios se frotan las manos y alargan la lengua con ataques repetidos de epilepsia moral. Corren la ética como cualquier persiana de oficina o de apartamento y se olvidan de valores o principios que alguna vez juraron en un pacto suicida que nadie cumple. El ciudadano, la ciudadanía, poco les importa.
Este es el país de la mentira y el olvido. De la HIPOCRESÍA POLÍTICA. En eso se identifican.
Hipocresía de acuerdo con el DRAE: Fingimiento de cualidades o sentimientos contrarios a los que verdaderamente se tienen o experimentan.
Ahora, muchos desde el gobierno y de las carpas electorales, cambian el discurso y fingen ser perseguidos. Ayer, se burlaban “antes de ser crucificados”. La máquina electoral -convertida en aplanadora- tiene su discurso como una “caja negra” que estrella con tanto piloto loco tripulando la nave del poder con cinismo y sin vergüenza alguna.
La ley de garantías sobre los hombros de cualquier gobierno y su sequito de directorios amancebados, no deja de ser un loro viejo repitiéndose con el “quiere cacao” que brota de oficinas públicas. Como si este fuese el país del remate, del canje, de la trampa, de lo que se pierde todos los días por el tobogán…. Del país de la quimera, de la simulación y la mentira, de un Macondo sastre que con tijeras largas, brinda testimonios letales de la Colombia podrida. Falsa.
Pocos saltan la cuerda de la decencia. Se meten en el balanceo o en el país de péndulo que va y viene, recogiendo la basura, el estiércol, el mal, miradas atrofiadas que nos hacen creer que todos estamos en el remolino chupa manchas que todo lo hunde, lo tira al fondo, sin fundamento y excusa alguna. Sin sacudirlo. País hipócrita.
La hipocresía tiene muchos nombres: fingimiento, doblez, fariseísmo, cuento, disimulo, simulación, mojigatería, beatería, santurronería, comedia, zalamería, lisonja, pamplina, pamema, solapado, tartufo.
La conquista moral vestida de contrato. Nadie lo niega cuando està sobre los lomos del poder. Lo otro es el abismo.