¿Estamos creando hinchas, seguidores o líderes?

CABEZOTE CRISTIANTal pareciera que el mundo contemporáneo está dando cambios cruciales, que a la postre en un mundo interconectado por las tecnologías, la economía transnacional, la globalización política y los acuerdos entre los Estados potencia, exigen cada vez más líderes y menos hinchas como seguidores mundiales.

Fenómenos como los vaticinados por la Búlgara Vangelia Pandeva Dimitrova, no son ajenos a la realidad que se vive a nivel mundial y sobre todo en los países llamados del tercer mundo y aquellos en pleno crecimiento de desarrollo. Decir que en el 2018 China se convierte finalmente en la nueva potencia mundial, que en el 2028 se desarrollara una nueva fuente de energía y el hambre lentamente pasa a ser un problema para la humanidad, en el  2033 el hielo polar se derrite y habrá una fuerte subida del nivel del mar o que en el 2043 la economía del mundo mejora notablemente, mientras que en Europa los musulmanes dominan, no son simples sofismas de distracción, son algoritmos hilados con la realidad de la situación actual del planeta.

La solución de estos episodios y catástrofes mundiales, gira alrededor de las decisiones de los líderes, quienes a través de la virtud en términos de Niccolo Maquiavelo y no de Platón, deben dirigir sus naciones hacia los fines de justicia, equidad, igualdad y convivencia. Empero,  al mismo tiempo estos llamados líderes deben crear nuevos liderazgos en las células sociales, que transformen ciudades inteligentes y creen conciencias colectivas bajo las mismas premisas, sin importar el mandatario de turno. Tal parece que las ideologías con fines colectivos tienden a desaparecer y el apoyo personalista crece día a día, reclutando hinchas y seguidores en masa sin observar las consecuencias personalísimas.

En la religión se demuestra un ejemplo claro con un Papa como Francisco I, líder carismático, social, humano y sobre todo conciliador, quien en su tarea de captar liderazgos hacia el catolicismo, ha creado una serie de seguidores e hinchas, no solo de la religión que predica, sino de las demás vertientes ideológicas, inclusive hasta los agnósticos o ateos por su plausible mensaje mundial. Quizás la cifra de los más de 2000 millones de cristianos no aumente, pero la favorabilidad del Papa como persona  aumenta sin distingos de lo que es en esencia el catolicismo.

Este fenómeno no es ajeno en la política, inclusive toma más fuerza con el paso del tiempo. Hoy las disputas hacia el proceso de paz no se cimentan en su fin y lo que podría traer para el país, sino en quienes la defienden o se oponen. Personas como Ordoñez, Montealegre, Lleras, Santos, Uribe o Robledo, no parecieran que hicieran apología a las instituciones que representan, sino más bien a sus propios intereses, olvidando que son servidores públicos y no privados. Esto a su vez crea un clima de favorabilidad personal en tal sentido, que no importa la institución que llevara a cuestas el progreso del país, sino que ya se habla del Fajardismo, el Santismo, el Uribismo o el Ordoñismo para significar un apoyo electoral, desconociendo por completo la coherencia política de los fines del Estado social y democrático de derecho, creando hinchas y seguidores por masas.  A todo esto y como homenaje a ese gran jurista y filósofo Colombiano Doctor Carlos Gaviria quien iba diciendo “Mientras no exista igualdad como un fundamento social, no es posible que las personas sean libres”.

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