Superar la confrontación

Cuando se ejerce violencia sobre un individuo o una comunidad, la respuesta que se espera es una conducta similar. Se dice coloquialmente que la violencia genera más violencia, y esto, en términos generales, es lo que nos han enseñado las confrontaciones que se han presentado a lo largo de la historia. En Colombia sí que tenemos experiencia en este tipo de situaciones. Los enfrentamientos y las guerras de tipo partidista para acceder al poder o conservar privilegios a expensas de aplastar o eliminar al adversario han sido una constante en el acontecer de la vida republicana. Y esto último se sigue expresando en nuestra cotidianidad: exterminio de líderes sociales, persecuciones, amenazas a individuos o a comunidades enteras, que deben emprender la huida de sus territorios como única vía para preservar la vida.

En los últimos días, en Argentina, México y en nuestro país ha circulado por redes sociales un diálogo entre un niño y su padre:

─Papá, si matamos a todos los delincuentes, malos y ladrones, ¿quedaríamos solo los buenos?

─No, hijo; entonces quedaríamos solo los asesinos.

Aleccionadora respuesta que ojalá sirviera como reflexión para tantos compatriotas que pregonan la necesidad de exterminar a quienes no piensan exactamente igual a ellos o que representan –según su entender– “un verdadero peligro para la seguridad de las familias que son trabajadoras a las cuales se les va a quitar lo que han conseguido con tanto esfuerzo”. De acuerdo con esta lógica, lo mejor que puede suceder en Colombia es que todo siga igual porque cualquier visión distinta de sociedad es percibida como una amenaza para la estabilidad de la patria.

Esta concepción de que todo siga igual, aunque estemos mal, y, la otra, que propone arrasar con todo lo establecido porque representa el poder de más de dos centurias es lo que reflejan medios de comunicación y redes sociales. En Colombia, estamos viviendo en un nivel de polarización que se acentúa cada vez con discursos incendiarios no solo de parte de los seguidores de una determinada ideología, sino de los propios “líderes”, que buscan conectar con la emotividad del colectivo para provocar miedo, rechazo e intolerancia hacia todo aquel que piense diferente. La única salida civilizada es superar la confrontación, y esto se logra a través de un diálogo que respete la diferencia sobre la cual se pueden construir consensos para avanzar en el camino de la patria que la mayoría de los colombianos deseamos: con justicia social y con respeto por los derechos de todos los que habitamos este país. www.urielescobar.com.co

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