OPINIÓN / Y… ¿quién nos va a sacar de este caos?
El caos al atardecer o cuando precisamente está madrugando el crepúsculo y nos aprestamos impacientes a observar caer el telón de la noche e intentar llegar a casa después de la fábrica de cansancios que nos deja la jornada cotidiana, Pereira y Dosquebradas se convierten hoy por hoy, en un despelote vehicular insoportable y un estrés innombrable.
¿Cómo reinventar una ciudad? Me pregunto en silencio, mientras de una simple ventana avizoro el panorama y pienso en una nueva ruta que me permita ir a abrazar a mis hijas en el menor tiempo posible, y llegar a nuestra casa a dibujar nuevas ilusiones hogareñas.
Escucho impaciente las tesis de los aspirantes a nuevos cargos de elección popular, y pareciera que la mediocridad le hubiese ganado la partida a la inteligencia. Ninguno de los aspirantes y sus asesores de turno, proponen una solución coherente a corto, mediano y largo plazo que hable de probabilidades certeras y propuestas concretas pero realizables al grave problema de movilidad que hoy padecemos los risaraldenses.
Pero llega a mis manos un libro que todos deberíamos leer y compartir:
“EL TRIUNFO DE LAS CIUDADES” de Edward Glaser en el que el autor se refiere a las fórmulas que los políticos han puesto en práctica, para abordar el problemas de la decadencia urbana, muchas han intentado salir en Estados Unidos fundamentalmente a fuerza de edificar. Sin embargo España, por ejemplo, ha recurrido a los transportes y ha invertido miles de millones de Euros en trenes de alta velocidad.
Un amigo que acaba de regresar de pasear por Italia, nos cuenta que ese país se ha enfocado en grandes subsidios fiscales para alentar la iniciativa privada en las regiones más pobres.
En fin soluciones, solo eso solicitamos de manera simple pero dramática los ciudadanos del común a nuestros líderes, a la sociedad civil para que entre todos a una construyamos no solo un presente más razonable sino un futuro en materia de movilidad más promisorio y sobre todo soportable, será mucho pedir? O por lo menos que devoren este libro, es tan simple leerlo…