La música en una campaña electoral

Francisco Cuello Duarte / Opinador

Platón decía: La música es un arte educativo por excelencia, se inserta en el alma y la forma en la virtud. Aristóteles expresaba que la música no representa una pasión, sino que reproduce. Por su parte, el antropólogo Harris Marvin considera que la música seduce, despierta pasiones sexuales, entretiene e impide al aburrimiento. En la política, la música es una herramienta de comunicación por cuanto conecta eficazmente al candidato con el elector. Según expertos en neurociencia la música produce placer en las personas porque libera dopamina, un neurotransmisor que produce la felicidad e influye en numerosas funciones del cerebro.

Por eso, un buen jingle, inteligente y profesionalmente diseñado por expertos en la materia, puede despertar los mejores sentimientos y emociones en una comunidad. Este jingle no se hace por manos inexpertas producto de la decisión emocional de un candidato que cree que la música sale de una guitarra vieja y el coro de unos acompañantes borrachos. Ahora bien, si este jingle va asociado a una imagen, el impacto puede ser de grandes proporciones, similar a un home run con bases llenas en un partido de baseball.

La música mueve los hilos de las emociones del elector. Sobre el tema, un estudio realizado en México y publicado por la Revista Enfoque, volumen IX No.15 señala: “Uno de los objetivos centrales del uso de la música en las campañas electorales es manipular el estado de ánimo y el comportamiento de la gente, influyendo en su toma de decisiones políticas. De esta forma, dependiendo del tipo de música que se utilice, su tono, volumen, timbre, armonía y tiempo dependerá el efecto que esta genere en el comportamiento y las decisiones de los electores”.

Podemos afirmar que no hay campaña electoral sin música pues sería más parecido a un velorio en la Sierpe que a un acto político para lanzar propuestas que conquisten a un elector esquivo. La música es un lenguaje universal que abre puertas. Un mundo en silencio es un mundo muerto dijo el escritor Anthony Storr.

Un buen discurso, con un tono de voz especial, con un lenguaje corporal adecuado, expresado por un candidato de buena credibilidad e imagen, y con el marco musical de un jingle que emocione al elector es la mejor herramienta del marketing político capaz de hacer temblar a los contendores en esta batalla electoral.

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