¿La educación es el camino?
Leyendo un papiro transcrito en el libro El trabajo bajo los primeros Estados, de Paul Garelli y Serge Sauneron, un egipcio aconseja a su hijo, hace 3.300 años, que estudie una profesión relacionada con la administración pública, pues los trabajos de esa época eran de mucho desgaste físico. El egipcio en mención tenía la cabeza bien puesta y si hoy rencarnara podría ser el mejor Ministro de Educación de Colombia.
La educación es el camino que tenemos para enderezar este país, que viene torcido desde hace 200 años. Y es en la administración pública donde debemos hacer las grandes transformaciones como lo previno este egipcio, por cuanto es el motor que mueve todas las piezas del Estado, pues no podemos seguir eligiendo servidores públicos en cargos de importancia, sin tener ninguna profesión, y mucho menos en el Congreso de la República, donde se hacen las leyes. Por ejemplo, ver un youtuber o influencer que aspira a la Comisión Primera del Senado, donde sólo deben estar los mejores constitucionalistas del país, sería algo macondiano.
Es de suma importancia fortalecer la ESAP, pues un Estado serio debe ser gobernado por funcionarios idóneos y expertos en gerencia pública. Además de su honestidad, que sólo se garantiza con buenos entes de control, pues como dijo Rousseau, “el hombre es bueno por naturaleza, pero la sociedad lo corrompe”.
Este Ministerio de Educación debe estar dirigido por lo mejor del país, un personaje de ciencia, que diseñe una política pública de una educación moderna sin mercantilismo alguno, donde se le ponga freno a las universidades de garaje, que abren facultades y venden sus diplomas en profesiones que no tienen mercado alguno.
El sector educativo en Colombia presenta actualmente un panorama triste. Dan ganas de llorar. Cerca de 700 colegios privados han cerrado por falta de alumnos que no llegan porque no tienen dinero para pagar sus estudios. Sin embargo, por otro lado, vemos cómo algunas instituciones de educación superior anuncian posgrados, doctorados y post doctorados en un mercado lleno de ingenieros manejando taxis o de abogados haciendo tutelas a 50 mil pesos.
¿Se trata de una promoción educativa con sanos objetivos o una pesca milagrosa de jóvenes desorientados por las redes sociales que han comprado tiquetes para otro planeta?