EL DEDO EN LA LLAGA / El vuelo de Luis Enrique Arango
Si hoy todos están pensando con el deseo que para atajar al economista Israel Londoño, a la alcaldía de Pereira, se le debe fraguar una asonada política, se equivocan.
Repetir el Pacto de Guacarí para emboscarlo, insinúan unos. Otros “cobro” a Soto por ventanilla, rematar la U como partido disciplinado que no camina escondiendo sus colores como el amarillo o el verde que aparece ahora con franjas ocultas de conservadores, en un desvío de institucionalidad impresionante. Los más: sugieren “golpe de gracia” para caminar sobre los lomos del gobierno local dando portazos. Volverán las encuestas por estos días para halagar electores sobre distancias que se acortan o se funden en los movimientos pendulares del primero al último y levantando la mano donde no existen ganadores.
Esto hace parte del conjuro político. Del tinglado. El doctor Israel no es, ni será un candidato fácil de derrotar. No hizo un mal gobierno, tiene ejecutorias, cuenta con reconocimiento y colchón político personal que lo tiene inhiesto. También, escribí, acerca de él, que goza de credibilidad entre socios políticos del pasado.
Si quieren sumar partidos para confrontarlo, es porque están débiles.
Se podrá negar que Luis Enrique Arango Jiménez, el doble ingeniero, viene ¿creciendo y arrastra un considerable voto de opinión? ¿Qué pasa si 2 ó 3 grupos políticos deciden respaldarlo para encaramarlo en la cresta electoral?
Tiene propuestas y está preparado para gobernar, no se equivoquen, vuelvo y repito. Ha manejado presupuesto y tiene fondo como para encarar cualquier situación de gobierno.
De allí que nada de raro pase si en las mediciones venideras, crecerá.
El vuelo creciente para iniciar un sólido y largo recorrido, en un cara a cara decente con el ciudadano. Tiempo para revisar hojas de vida, presencia institucional, kilometraje e ideas que consoliden su apuesta entre la muchedumbre espesa que quiere luz y no tinieblas.
Volverán las cifras a atormentar el clima político. A acentuar pronósticos cerrados y a mirar en perspectiva – desde lo alto y con seriedad- el compás nuevo que le impone a la política.
Luis Enrique, el hijo del pueblo, el bachiller del Deogracias Cardona, proyecta su gobierno sobre la educación, control social, ejercerá especial cuidado sobre lo público, actúa con independencia y no como un disparate y el rescate real en la recuperación de la confianza en la política. Pereira moderna, humana y competitiva con rasgos firmes. ¡Pereira firme!
Él, estamos seguros, moverá la aguja electoral y hará cerrar puños y crispar nervios a quienes deambulan entre falsos cantos de necesarios hoy ante la historia.
Vamos a ver como evoluciona en este intento del sánduche político, el canto de gallo de Juan Pablo, quien debe responder primero quien lo “libretea” o “dirige” desde la fría Bogotá en un odioso centralismo parroquial. Incluso, Álvaro Ramírez – el columnista vecino – confundido en las espuelas del CD o el taxista millonario, que habla como aparecido por quienes buscan un pacto para retar a Londoño, encaramado en las encuestas como ancla – salvavidas en las aguas turbulentas de la política. ¡Plop!