Con la ayuda de un grupo de amigos, Frank Olmos está haciendo su sueño Olímpico una realidad.

Rio 2016 / Cada uno de los 50.000 voluntarios de los Juegos Olímpicos de Rio 2016 tiene una historia que contar, y algunos han recorrido medio mundo para llegar hasta la capital carioca, pero sin duda la aventura del venezolano de 26 años Frank Olmos es difícil de superar.
Este profesor de escuela secundaria ha emprendido la aventura de su vida para llegar a la Ciudad Maravillosa: tres días de viaje, casi 6.000 kilómetros en dos buses, dos pasos fronterizos y un vuelo con tres escalas. Todo para hacer realidad su sueño Olímpico.
“Esta oportunidad era única”, dijo Frank en una entrevista a Rio2016.com. “Sólo he venido a ayudar en lo que pueda”, explica. Este voluntario dará servicio en el Centro Ecuestre Olímpico, en Deodoro. “Es la segunda vez que estoy en Río, ya estuve en la ciudad para el Día Mundial de la Juventud en 2013”, cuenta.
La aventura de Frank comenzó en Caracas, donde tuvo que vender varias de sus propiedades para poder conseguir fondos par el viaje Olímpico. Además, varios amigos le ayudaron a financiar los dos largos viajes de bus que le llevaron hasta la frontera brasileña. “Uno de mis amigos incluso vendió su impresora para poder ayudarme”, dijo Frank.
Desde Caracas, Franck tardó un día entero en llegar, en bus, a Puerto Ordaz, en la provincia de Bolívar, desde donde tomó otro bus al día siguiente le llevó hasta la frontera. “Tardé nueve horas en cruzar la frontera por la cantidad de gente que había”, dijo el voluntario, que llegó en bus a la ciudad brasileña de Boa Vista, en el estado de Roraima.
Una vez en suelo brasileño, las gentes locales le ayudaron a proseguir su viaje hasta Río.
«Mis amigos venezolanos recaudaron los 1000 dólares que costaba el billete de avión, incluso gente que no me conocía pero que supo de mi aventura a través de las redes sociales me ayudó”, explica.
Con el billete en la mano, tomó un vuelo que hizo tres paradas antes de llegar a la capital carioca, parando en Manaos, Sao Paulo y finalmente Río de Janeiro, el final de su largo viaje.
Nada más aterrizar se desplazó hasta el centro de acreditaciones y uniformes a recoger la ropa y la identificación que llevará estos días en Río. Y nada más hacerlo, se volcó en sus redes sociales para dar a conocer a sus amigos que había logrado hacer el viaje.
Por: ANDRÉ NADDEO