Francia Elena Giraldo Guasorna, ejemplo de la resiliencia Emberá

Francia Elena Giraldo Guasorna es tal vez hoy por hoy una de las líderes emberás de mayor reconocimiento en el departamento de Risaralda, su nombramiento como Mujer Comfamiliar en 2022 y recientemente su mención de honor en la ceremonia de Mujer Cafam fueron el premio a su silencioso trabajo de más de una década.

Por: Edwin Herrera Bartolo / Unidad para las Víctimas

La mayor lucha de Giraldo Guasorna ha tenido todo que ver con la equidad de género y si a esto le agregamos que es una mujer indígena emberá, el esfuerzo se hace mucho más icónico, porque en su cultura las mujeres siempre estuvieron relegadas a papeles secundarios. 

“Francia es una mujer emberá que todos los días se levanta a luchar por sus compañeras, quiero que la balanza esté a la par, que lo compañeros se den cuenta que nosotras como mujeres no queremos ser más que ellos, pero tampoco menos, que tenemos los mismos derechos que ellos tienen a nivel del resguardo, departamento y país”, argumenta con voz pausada, pero siempre firme.

Para esta líder de Pueblo Rico, territorio Risaraldense, los derechos de las mujeres han sido vulnerados en todas las etnias emberá, afro y mestiza, por eso dice que quiere seguir luchando por los derechos y por demostrar que son capaces: “Si somos creadoras de vida, a través de nuestros hijos, entonces por qué no ser capaces de hacer las cosas que hacen los compañeros, esta es mi bandera diaria y detrás de esto se vienen muchas otras cosas”.

Para Francia su campaña se inició desde muy joven, la marcaron las reuniones en comunidad o asambleas en las que siempre los que tenían voz eran los hombres, mientras las mujeres eran relegadas a un rincón sin poder opinar.

“Recuerdo que un día ya hace más de 15 años fui a mi vereda Kundumí, en las entrañas del corazón verde risaraldense y reuní unas compañeras para manifestarles que no podíamos seguir así, que era hora de demostrar de qué estábamos hechas, de inmediato recibí su aprobación y comenzamos el proyecto de la panela”.

En ese momento los hombres se burlaron de ellas, e incluso las enviaron a la montaña más empinada para probarlas, pero hasta allá subieron provistas de hacha, azadón y machete, sembraron dos toneladas de caña y se convirtieron en heroínas para que muchas mujeres más siguieran sus pasos.

“Hoy en día ya crecimos y pasamos de un solo grupo de mujeres a siete, y del trabajo nos beneficiamos toda la comunidad, somos alrededor de 318 personas”.

Según esta indígena echada pa´lante este proceso también comienza desde casa, es algo que debe inculcarse a las niñas, para que no dependan de nadie y que como mujeres tienen derecho a decidir sobre su cuerpo, a manifestar cuándo sí y cuándo no, también a estudiar, a profesionalizarse e ir al médico, igual que cualquier ser humano.

“Con este tipo de acciones muchas jóvenes van entrando en razón, apoyan las ideas y eso es algo que me hace sentir muy orgullosa, por ejemplo, en mi vereda ya hay varias compañeras que son docentes, es allí donde uno empieza a ver los frutos de lo que sembró”.

Ese mismo activismo Francia lo puede ver reflejado en su hogar, ya que a mediados de este año dos de sus hijas se graduarán como zootecnistas, mujeres que se van empoderando de su papel y siguen el camino que su madre les inculcó. 

El desplazamiento

Francia Elena jamás se imaginó que con tan solo 12 años de edad le tocaría salir huyendo de su casa con el morralito de la escuela a cuestas, convirtiéndose en víctima del conflicto armado por hechos como el desplazamiento forzado y la amenaza.

“Estando muy jóvenes, a mi papá, que ejercía cargos de liderazgo en la vereda, le dieron 12 horas para que saliera o si no lo iban a matar, fue muy duro, dejamos todo tirado, nos vinimos a la ciudad, no teníamos nada, nos acostábamos sin comer y me tocó salir de 12 años a trabajar en una casa de familia en Pereira, ganarme 150 mil pesos para poder ayudar a mi papá y mamá con el sostenimiento de mis cinco hermanos, todos menores que yo, fue muy duro, eso lo marca a uno para siempre”.

A pesar de la dureza de la prueba, esa experiencia también la hizo fuerte y la ayudó a formar carácter, le dio más ganas de seguir luchando por las causas justas y nunca se quejó, porque a pesar de las adversidades se siente una mujer ganadora, ya que hoy por hoy el nombre de la mujer emberá está por lo alto, Francia es la voz de las mujeres que no tienen voz.

En la actualidad la herida del conflicto está sanada para ella y puede hablar de paz, con toda la propiedad del caso: “La paz la necesitamos todos, pero esa paz nace con la sanidad de nuestras heridas y el perdón interior, si yo no sano y no perdono, no vamos a avanzar, porque viviría con el rencor contra quien me hizo daño y me convirtió en desplazada y amenazada”.

En la vereda contigua a la suya había dos reinsertados, pero entre todos lograron hacer un proceso de perdón con ellos, según Francia todos cometemos errores y ellos pidieron el perdón que finalmente les fue concedido: “hay que sanar desde el corazón, como seres humanos no tenemos derecho de juzgar a nadie, y por eso los llamo a perdonar”.

Así las cosas, a pesar de lo sufrido por culpa de los grupos armados al margen de la ley, Francia es hoy en día una víctima poderosa, capaz de transformar el entorno de su comunidad con trabajo, sacar proyectos adelante y participar de procesos de perdón, procesos que apuntan a una paz para todos, una paz imposible sin la participación de las víctimas como ella.

Mujer Comfamiliar

La vida de esta mujer emberá dio un gran paso hacia la concreción de sus sueños desde el año inmediatamente anterior, su reconocimiento como la Mujer de Año por parte de la Caja de Compensación le dio otro status, salió en todos los medios locales y regionales, pero ante todo fue el paso definitivo para ganarse el respeto de su comunidad.

“Mujer Comfamiliar fue algo que me venían insistiendo mi hermana y mi amiga Adriana, quienes me decían usted tiene un trabajo muy bonito que mostrar y con esta postulación pueden abrirse puertas para hacer más proyectos y hacerse más visible, eso fue hace como tres años y en ese momento pensaba que no estaba lista”.

Finalmente, tras tanta insistencia de sus familiares y amigos, Guasorna terminó accediendo a la postulación y en 2022 terminó quedándose con el máximo galardón, una experiencia linda, que retoma un trabajo que se inició en el de 2008, un proceso de mostrar. 

“Me dio mucha alegría y a la vez tristeza, porque a nosotros nos toca desempeñar un trabajo muy fuerte, cargar canastos de leña a la espalda, la caña, cargar panela, entonces uno reflexiona, tener que trabajar tan duro para destacar el papel de la mujer, algo que debería darse con naturalidad”.

Después vino el Premio Nacional Mujer Cafam en donde fue exaltada con una mención de honor y allí la alegría fue total, porque así no ocupara el primer lugar, ella sabía que su destacado papel era una ganancia muy grande, ya que estaba sonando a nivel país.

Francia se destacó entre otras 158 mujeres postuladas con su obra social  “Grupo indígena de mujeres productoras Kundumí”, e hizo parte de las 26 preseleccionadas, por su invaluable trabajo al liderar su comunidad y cuidar a otras mujeres.

La infancia de la protagonista de esta historia fue muy feliz, compartía con todos sus compañeros de la vereda Kundumí, pasaban mucho tiempo en la escuela con las monjas Lauritas en donde siempre obtuvo buenas enseñanzas.

“Creo que este tema del liderazgo creció desde casa porque mi papá siempre nos decía que no dependiéramos de nadie, que fuéramos mujeres echadas pa´lante así nuestro destino fuera ser madres cabezas de hogar, que si el esposo se iba, tuviésemos la capacidad de sobrevivir solas con nuestros hijos, él nos apoyó mucho”.

Su padre también les habló todo el tiempo sobre que ningún trabajo es deshonra, mientras todo se haga por las vías legales, entonces ella creció en un hogar que la valoraba como mujer, rodeada de hermanos y amigos respetuosos, fue una de sus mejores épocas.

Las costumbres que se perdieron

Otra de las luchas de esta líder indígena risaraldense ha sido el rescate de las costumbres ancestrales. Las danzas, los cantos, las artesanías y la vestimenta han quedado de lado, ella quiere a toda costa luchar contra ese desarraigo. 

“No podemos dejarle la carga a la líder o los profesores, les he dicho a las niñas que cómo se van a avergonzar de venir a la ciudad luciendo los lindos trajes típicos que tenemos, cuando nos ven nos admiran; mi traje y mi collar son un orgullo, el idioma es algo muy lindo que nos dejaron nuestros antepasados, así que no debemos perder el horizonte, nuestras raíces y nuestra cultura”.

Giraldo Guasorna acompañada de un puñado de sus mujeres y aliados, trabajan para rescatar las danzas tradicionales, los relatos ancestrales, la cestería, el vestuario, los colores con significación diferente para mujeres casadas y solteras, hay mucho por aprender y ellas toman la iniciativa.

Francia es una líder íntegra y a pesar de lo vivido jamás deja de trabajar por su comunidad desde luego le duele como si fuera propio cuando ve comunidades enteras en duras condiciones en diferentes ciudades.

“Nos es que mis hermanos salgan a la ciudad a practicar la mendicidad porque sí, ese no es el deber, carecemos de muchas cosas en el territorio, pero muchos hemos resistido sin salir, desde luego queremos contar con vivienda digna y una mejor vida, ese es el mensaje principal, un mejor futuro para nosotros y nuestros hijos”.

Ella espera y sueña con que su comunidad tenga una vida digna a pesar de lo compleja que es la situación. Aspira que sus proyectos sean grandes y que pueda dejar un legado en la tierra que la vio nacer.

“Yo les digo a mis hermanos que nunca pierdan el horizonte y que trabajen en unión, ya que varias cabezas piensan mejor que una, y a las entidades que no vean el problema desde una silla de escritorio, sino que salgan y visiten los resguardos para que se enteren de las necesidades reales que tenemos para poder subsanarlas”.

Francia culmina este relato de una forma muy particular, pues a pesar de vivir a 5 o 6 horas de la “civilización”, su comunidad no ha sido ajena a la globalización y hasta Shakira les ha llegado con su mensaje de equidad de género.

“Mi hijo menor me puso la canción de Shakira y definitivamente me aprendí esta frase que tiene que ver con todo este tema y es que hoy por hoy las mujeres no lloran, las mujeres facturan, eso es justamente lo que queremos hacer con nuestros proyectos”.

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