El poder de la voluntad
Para convertir en realidad los deseos se requiere la conjunción de una serie de elementos que conducen en un determinado tiempo a la concreción de la meta propuesta. Uno que es infaltable y sin el cual no se logra un fin determinado es lo que se ha denominado la voluntad.
Al gran humanista y apóstol de la no violencia, Mahatma Gandhi (1869 – 1948), se le atribuye una frase que lo expresa de manera contundente: “La fuerza de una persona no proviene de su capacidad física, sino de la voluntad indomable”. Esta es una verdadera síntesis de lo que fue su vida: la lucha contra cualquier forma de racismo y colonialismo, pero no recurriendo a los mismos métodos de explotación y violencia utilizados por quienes en ese momento detentaban el poder, ¡no! Sus estrategias estaban basadas en la no violencia y la resistencia pasiva.
A estos principios jamás renunció, y con ellos logró unir a gran parte de su pueblo para alcanzar la independencia de la India en 1947, después de tres siglos de colonización inglesa. Gandhi, como filosofía de vida, recalcó la importancia de la fuerza interior y el desarrollo de la voluntad para lograr cambios en el individuo y la sociedad. ¿Qué es la voluntad, cuál es el sustrato neuropsicólogico y, finalmente, cómo enfocarla para ponerla al servicio de la transformación personal?
La voluntad se puede considerar, en general, como la capacidad del individuo para tomar decisiones encaminadas a lograr unos objetivos concretos y luchar de manera continua e incansable hasta verlos convertidos en realidad. Algunas escuelas psicológicas la definen simplemente como la capacidad para aplazar la recompensa, es decir, no centrarse en obtener resultados inmediatos. Esto requiere educarse y desarrollar habilidades como la espera, la persistencia y el no dejarse vencer por los obstáculos que se presentan en cualquier actividad humana; tal como lo dice un refrán atribuido a la cultura japonesa: “Si te caes siete veces, levántate ocho”, para hacer referencia a la perseverancia y la resiliencia presentes en los seres humanos. Diferentes estudios han planteado las bases neurobiológicas de la voluntad; han mostrado que existen neuromoduladores en ciertos circuitos cerebrales, y la dopamina es uno de los más importantes en regiones como áreas visuales, el hipotálamo, las cortezas parietal y prefrontal y los ganglios basales.
La voluntad se puede educar para hacer realidad los sueños de una persona, y estos logros comprenden todas las actividades humanas: desde conseguir algo material, hasta superar situaciones tan complejas como enfermedades o deficiencias físicas o intelectuales. ¿Y cómo educarla? Gradualmente, a través de la repetición de unos mismos actos, de la motivación, de la definición de unos propósitos claros, del cambio de la satisfacción inmediata por objetivos a más largo plazo, de la práctica del sabio camino medio (sin privaciones ni excesos) y de la absoluta convicción de algo: el ser humano tiene un potencial ilimitado que puede desarrollar y poner al servicio de su bienestar, además, ayudar a que los demás también lo puedan lograr.