¿Cómo embobar a un pueblo bobo?

Francisco Cuello Duarte / Opinador

La ola de la izquierda en América Latina comenzó en México con López Obrador, posteriormente contagió a Argentina, Panamá y Bolivia, más tarde a Honduras y Chile y, últimamente a Colombia y Brasil. Y en este contexto geopolítico los EE.UU. han cedido liderazgo a China y a Rusia, que ya habían incubado su sistema político en Venezuela y Nicaragua, con todo un desastre económico y político.

Se conoció que el cambio en Brasil obedeció al desastre de la pandemia del Covid 19, al incremento del desempleo, la inflación, la corrupción y la pobreza, entre otros aspectos. Entonces, saltó la izquierda y prometió solucionar todos esos problemas. Mientras tanto, el país quedó dividido en dos sectores de la sociedad que se odian a muerte.

La solución a los problemas económicos y sociales de estos países latinoamericanos no está en manos de la izquierda ni de la derecha. El problema es del modelo económico capitalista con orientación neoliberal, con la presencia de grandes empresas trasnacionales que no tienen alma ni corazón para obtener sus utilidades, con un sector financiero que vive de la especulación y una élite política que se acomoda según sus intereses personales, haciéndole pistola al pueblo que votó por ella en una elecciones emocionalmente bulliciosas y con una lluvia de licor popular.

Ya tenemos el caso del Perú, con Pedro Castillo, un maestro de izquierda que enamoró a su pueblo con un sombrerón y un lápiz gigante y con una solución mágica a todos los problemas. Un año después, hay un gobierno sin brújula en un mar de tempestades absurdas. Al otro lado del mundo, en Italia, llega Giorgia Meloni, líder de la ultra derecha que prometió mano dura contra los LGBT, un bloqueo naval a la inmigración y una postura neoliberal intervencionista y proteccionista de su economía.

Cada cuatro años el pueblo de Macondo latinoamericano se emociona y se entrega como una adolescente ciega de amor, en manos de cualquier palabrero que le endulza el oído con un lenguaje florido lleno de propuestas mágicas y que ese mismo pueblo ingiere sin saber sus consecuencias. Pero antes de los 100 días de elegido el personaje, ya tienen la cara larga como Kini, el muñeco del humorista venezolano, Carlos Donoso, esperando que llegue las otras elecciones para volver a caer en la misma trampa democrática.

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