¿Alcaldes amarrados o secuestrados?

Francisco Cuello Duarte

El día que se posesionó como alcalde del municipio, en un gesto de satisfacción intestinal, le susurró a su esposa: ¡coronamos! Ambos se miraron en una sonrisa cómplice cuando la brisa le alborotó el peinado que desde la noche anterior los mejores estilistas del pueblo prepararon con esmero para que ella pareciera la primera dama, pues venían invitados del más allá y del más acá con gastos financiados por el escaso presupuesto municipal.

Nunca en el polvoriento caserío había tanta gente como ese primero de enero durante la posesión de Gumercindo Arrieta después de tres intentos por llegar a la alcaldía de Macondo, con un enorme pasivo y un costal de culebras lleno de acreedores y aportantes sedientos de poder político y económico.

Tres meses después, Gume – como lo llaman cariñosamente- anda cabizbajo y con la mirada perdida sin saber cómo gerenciar el municipio, pues el alcalde saliente le dejó amarrada la concesión del alumbrado público, el contrato con la empresa de acueducto, la oficina del tránsito municipal, el recaudo de los impuestos, la dirección del hospital y decenas de contratos de prestación de servicios sin registro presupuestal y sin funciones definidas y ni un peso en las cuentas de la Tesorería. Se deprime cuando escucha la canción del Mono Zabaleta: “Ay, Ay que te amarraron, que te vendaron, que no sabías dónde te llevaron.”

Este es un ejemplo entre cientos que vemos en el país, donde se demuestra que cualquier persona puede ser candidato a un cargo de elección popular, pues no hay ningún requisito que lo impida. Pero, a ser gerente de un municipio hay mucho trecho.

Es un acto de irresponsabilidad medírsele a una tarea gerencial de alta complejidad y de centenares de funciones con muy poco presupuesto, y con una comunidad buscando oportunidades y mejores condiciones de vida que el candidato prometió alegremente en su campaña electoral frente a un voto generalmente emocional.

¿Cuál sería entonces la salida a este caso de la vida diaria? Hay dos caminos: 1.Contratar un experto en gerencia pública que dé luces viables para salir del túnel en que se metió este funcionario y 2.Salir corriendo antes que la oposición comience a tramitar la revocatoria de su mandato y no lo dejen trabajar y los entes de control alisten sus fuetes en una campaña implacable de sanciones altamente dolorosas.

www.cuelloduarte.com

Compartelo

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *