EL DEDO EN LA LLAGA / La ‘malicia indígena’
En Colombia, el término acepta la “viveza” tropical. A flor de piel. No es el pensar nativo, original, sino una expresión que raya con lo fácil. Con el avivato tejido en el esguince a la ley. Con el atajo, con la suspicacia, con una astucia blindada al doble sentido. Otras veces, la confundimos con ordinariez.
Son valores para derribar y amasar, que le dan paso al infortunio. Al gracejo inoportuno o a una rapidez verbal para apropiarnos rápido de pequeñas audacias que salpican la moral.
Lo confundimos con un ser recursivo que asalta. A la irresponsabilidad sin freno. A trabajo sin compromiso.
Nos acostumbramos a “meternos mentiras” falseando la verdad en un instinto de censura o reproche. La volvemos fácil para subvertir la mentira haciendo trampa.
Todo esto para denunciar lo puesto en escena por el viceministro Botero; el director de la CARDER, Gómez y el propio gobernador Salazar, en la forma peligrosa como ciertos jefes nativos incursionan – brincándose lo esencial – para quebrantar el orden natural.
Le han abierto un boquete, sin dimensiones, a la minería ilegal. Se han apegado de manera absurda para cercenar ríos y causar estragos. Han sido una “aplanadora”, maquinaria pesada, para vulnerar su propio territorio así ciertos incómodos funcionarios traten de “comer callado” y devolver la lengua en sus confusas actuaciones.
Está en mora el gobierno blanco – al que así señalan – de trabar permisos que van en retro de la naturaleza misma. Mienten de manera asombrosa, ellos los nativos.
No entendemos, tampoco, como ejército y policía y varios alcaldes, conducen con su silencio e inefectividad, tareas que recuperen la ley.
Ha visto aterrorizado el ciudadano la máquina explotando a cielo abierto y causando daños ambientales irreparables en grado de perjuicio sin cura.
Estamos notificados con horror: durante el año 2015, Risaralda perdió 58 hectáreas de bosque natural (fuente: informe del Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales de Colombia –IDEAM -)
Somos cuarto lugar en los departamentos en el país con deforestación, por encima de departamentos como Caldas y por debajo de Bogotá y Quindío.
Las alarmas ya las prendió la CARDER. Ojalá el irresponsable giro de funcionarios enquistados, no relajen la costumbre de hacerle el juego perverso a quienes – como filtro natural – quieren aplicar para su particular malicia indígena, los estragos que causan con la minería ilegal y con las rentas registradas por cultivos de coca y marihuana.
Un frente común para respaldar la CARDER, es lo mínimo que como ciudadanos reclamamos para silenciar las explotaciones ilegales que corren hoy por nuestro departamento con la complacencia exagerada de alcaldes y ciertos gobernadores indígenas por algunas monedas.
No puede ser eco a esa malicia indígena irracional que sobrevive en medio de la miseria con una realidad asombrosa y nociva. ¡Basta, antes que sea tarde!
Por: ÁLVARO RODRÍGUEZ HERNÁNDEZ